domingo, 5 de septiembre de 2010

CUERPO, LENGUAJE Y EL NEOBARROCO - Carolina Churruca Muñoz

La problemática del cuerpo y el lenguaje en el neobarroco será desarrollada por medio de la lógica y pensamiento de Severo Sarduy, por ser este uno de los mayores exponentes del Neobarroco y por haberse hecho cargo en parte del tema a tratar. Antes debemos dilucidar algunas nociones básicas, para poder abordar con mayor lucidez nuestro problema, como lo son politización de los conceptos Barroco y Neobarroco.

El barroco es el estilo, en donde se produce una conciencia de la representación y por otra parte de la creencia en un Dios único y absoluto cuya naturaleza esta más allá de lo representado. Al preponerse un objeto absoluto irrepresentable lo que ocurre que el trabajo sobre la representación no abandona nunca el trabajo con los recursos. Las representaciones cristianas son siempre representaciones que se señalan así mismas, el cuerpo de cristo se vuelve un cuerpo social.
En este periodo surge la contrarreforma que va a implicar una reflexión sobre los métodos de representación por parte de la iglesia para acercar a los fieles a la religión. Llegando a establecer en el concilio de Trento que los sentidos no son pecaminosos en sí mismo, pueden ser utilizados a favor de la fé. Es decir, se comienza a desarrollar una estética, en este sentido la contrarreforma corresponde a un movimiento importante en el arte, con esto se da comienzo a la autonomía.
Es la autonomía de la representación con respecto al tema (a lo representado). Esto significa que la valoración de la representación no consiste en la subordinación mimética de esta al real sino en el proceso de la interpretación en virtud del cual la representación tiene sentido (el valor de al obra esta en su sentido). Por lo tanto la valoración de la representación porta implícitamente la valoración de la subjetividad, es decir que la subjetividad se consuma como tal cuando el sujeto (espectador) la interpreta. La obra se consuma en el comportamiento subjetivo del espectador, cuando este la interpreta.

Los motivos privilegiados para recuperar la intensidad y la alteridad por parte de la iglesia son la representación de la mortificación de la carne, la representación del mártir que adquiere carácter fundamental, destinado a producir ciertos efectos en la sensibilidad del público y la pasión de cristo se vuelve un recurso importante para que el sujeto pudiera revivir su fé. La mortificaron de la carne se utiliza como recurso espiritual, espectáculo en el cual se espera que surja una intensificaron radical el la subjetividad
La excitación de la fantasía encuentra un motivo privilegiado en la carnación, el dolor.
La característica principal del barroco es la seducción que produce el artificio. Con esto se podría considerar la razón barroca como la razón del otro tipo de racionalidad que atraviesa la razón del otro, es decir se trataría de entender el artificio como cuerpo retórico de una realidad más profunda. Estaríamos frente a una operación con el artificio que sería una operación contrapuesta de la ironía cínica posmoderna. El trabajo explicito consiste que el artificio tiene como finalidad la trituración del sentido, o sea el desmantelamiento de la realidad. “el festín barroco nos parece, al contrario, con su repetición de volutas, de arbescos y máscaras….,la apoteosis del artificio, la ironía e irrisión de la naturaleza, la mejor expresión de ese proceso que J. Rousset ha reconocido en la literatura de toda una “edad”:la artificialización” (1)
El arte barroco repudia las formas que sugieren lo inerte o lo permanente, colmo del engaño. Enfatiza el movimiento y el perpetuo juego de las diferencias, dinámica de fuerzas figurada en fenómenos. Es un arte de la abundancia del ánimo y de las emociones, que no son jamás, sin embargo transparentes.

El concepto de neobarroco es un concepto moderno que en buena medida intenta recuperar el trabajo de la subjetividad. La modernidad se inaugura con el concepto de subjetividad
Y la obra de arte será el lugar en que la subjetividad se explora a sí misma en su indeterminación, en la profundidad. La pintura surrealista es un ejemplo de esto, del dialogo con uno.
El nombre neobarroco se debe a que en el S. XVII en donde se hace manifiesta una diferencia entre el significante y el significado. Es así como en la literatura latinoamericana se comienzan a utilizar variados mecanismos de artificialización para expresar la conciencia que se tiene de la representación, estos son la sustitución, la proliferación y la condensación. Artificios que permiten manipular el significante para que ya no este completamente ligado al significado sino mas bien abre posibilidades para extrapolarlo, adornarlo y hasta enmascararlo dejando absolutamente explicito el descubrimiento de que la relación con el mundo es representacional. El neobarroco radicaliza esa conciencia de la representación de lo “real”, en este sentido señala Sarduy se reedita la primera inestabilidad. “el primer barroco, si lo consideramos como una pérdida simbólica del eje , o como una inestabilidad que experimenta el hombre de la época , se constituye como un reflejo o una retombée espectacular”(2). La primera inestabilidad es el descubrimiento de que la relación con el mundo es la representación. El mundo estalla en la multiplicidad de todas sus representaciones posibles.
En la era neobarroca el mundo se hace conciente de su condición de experimentado, que se conforma en relación de ciertos patrones o sea no podemos separar el mundo que experimentamos con la forma de experimentar el mundo. Cada vez que la subjetividad se hace conciente de la forma de experimentar el mundo, el mundo deja congelada su verdad. Cuando se explicita la forma de aprender el mundo se produce un verosímil.
La realidad existe pero siempre más allá de nuestra capacidad de conocerla. La subjetividad del neobarroco se da en la medida de que tiene conciencia de estar habitando épocalmente la cultura.

La subjetividad se descubre así misma extraviada en su propio pensamiento (esto es la inestabilidad). El neobarroco se reedita esta pero ahora esta inestabilidad ocurre el leguaje y esta es una posibilidad que estuvo desde siempre en la historia del arte. Esto significa que la cosa esta más allá de las posibilidades del lenguaje, se subordina a esa realidad , no comprende la naturaleza de ,lo acontecido pero lo que si comprende es el sentido narrativo , o sea al interior de una historia lineal. La cosas no es un hecho del lenguaje es un hecho de la naturaleza incomprensible por lo tanto contradice las leyes de la naturaleza pero no contradice los principios de la narración.
Es neobarroco, cuando el lenguaje está dando tumbos en la maraña, golpeándose, hiriéndose, cicatrizando: lenguaje hendidura, cicatriz; lenguaje orificio, por el que salen expelidas las palabras, renovadas, fétidas, insolentes, desesperadas.
El lenguaje, que es instrumento, de vida y muerte: arma de dos filos, bestia de doble antifaz.

La poesía barroca y la neo barroca no comparten necesariamente los mismos procedimientos, aunque ciertos rasgos pueden ser considerados, por sus efectos, equivalentes. Lo que comparten es una tendencia al concepto singular, no general, la admisión de la duda y de una necesidad de ir más allá de las adecuaciones preconcebidas entre el lenguaje del poema y las expectativas supuestas del lector, el despliegue de las experiencias más allá de cualquier límite.
Lezama y Sarduy son exponentes de una cosmovisión barroca, en la práctica de un
Neobarroco/neobarroso contemporáneo, en la que el discurso se viste y se desviste, se disfraza de culto y de popular. Al final, “vence siempre la representación, la escena misma, el doble: la escritura”(3)

La escritura enigmática constituye otro de los procedimientos claves de la poética barroca. El enigma como esencia del texto; la oscuridad inherente a toda obra alquímica. Esta complejidad alquímica no es solamente conceptista en la obra de Lezama. Participa también de la acumulación y continuidad metafóricas de Góngora en su intento obsesivo por aprehender poéticamente la realidad. Para Lezama el rasgo diferenciador entre la estética barroca del siglo XVII y el neobarroco se halla en la riqueza de la naturaleza de América.
Lezama señala que mientras el barroco europeo se caracteriza por su "acumulación sin tensión" el barroco iberoamericano significa lo opuesto. Para Lezama el barroco no es un arte que se limita a la pura expresión formal, sino que posee un significado profundo. “El barroco americano como estilo, abarca todas las formas imaginables de vida, desde el lenguaje hasta la comida, desde el vestuario hasta el sexo, es lo que se puede denominar como el barroco lezamiano de la "contraconquista.”(4)”
Para Sarduy “el barroco actual, el neobarroco, refleja estructuralmente la inarmonía, la ruptura de la homogeneidad, del logos en tanto absoluto, la carencia que constituye nuestro fundamento epistémico. Neobarroco del desequilibrio, reflejo estructural de un deseo que no puede alcanzar su objeto, deseo para el cual el logos no ha organizado más que una pantalla que esconde la carencia (...) Neobarroco: reflejo necesariamente pulverizado de un saber que sabe ya que no está apaciblemente cerrado sobre sí mismo. Arte del destronamiento y la discusión” (5)
La obra narrativa de Sarduy se caracteriza, entre otros factores, por el grado de superficialidad narrativa, de constante narratividad, que implica color, acción, búsqueda del ser raro que su barroco subraya, así como por un lenguaje complejo que en Cobra, Maitreya y Colibrí, se convierte en explosión lexical.

Cada una de sus obras suele estar desprovista de mensaje, a la manera tradicional del término, debido a una polisemia que va desde la palabra hasta la estructura narrativa; intenta la novela-poema, en la que lo narrativo sufre constantes transgresiones, mientras que los propios personajes sobrepasan los límites sexuales, o emplea la alegorización cósmica para denotar hechos también transgresivos en las estrellas. La realidad se vuelca en tropos o se cambia en mitos o se reinterpreta como símbolos; y a la hora de traducirla mediante la obra literaria, se torna colorido, continua narración y poematización. Para Sarduy, la realidad es transgresiva (se apoya incluso en la teoría de la bicentralidad de la eclipse, de Kepler), en tanto establece contactos con el psicoanálisis y con las teorías del lenguaje de Jacques Lacan.
La agresión al campo ideológico parte de un ideosistema en el que la literatura es una superescritura o un tatuaje sobre el cuerpo del lenguaje. Todo ello puede ser la búsqueda de un segundo polo en la elipse de la realidad, que se pudiera interpretar también como otra manera de búsqueda del modo de ser latinoamericano, en tanto el autor interactúa como un cubano, como un creador formado por una cultura regional. De modo que en Sarduy hallamos un postmodernismo peculiar, en el que América, Europa y Asia conforman una realidad amalgamada, donde el pastiche y la esquizofrenia ocupan sitios en la periferia de las llamadas sociedades postindustriales. “l a incorporación de un texto extranjero al texto, su collage o superposición a la superficie del mismo, forma elemental del dialogo, si que por ello ninguno de sus elementos se modifique, si que su voz se altere: la cita” (6)
Severo Sarduy es exponente de esa peculiar postmodernidad hallable en América Latina, que si bien ofrece aportes al desarrollo literario del área, no puede menos que introducirse en la reflexión acerca de la identidad cultural y en lo que es de esencia barroco y transgresivo hay en ella.

Sarduy se compromete con dos de los principios esenciales del postmodernismo a la europea: la transformación de la realidad en imágenes (estrellas-travestis) y la fragmentación del tiempo en una serie de fragmentos perpetuos (Estructuración barroca). Del mismo modo, el autor cubano se compromete con el pensamiento del lingüista y psicoanalista francés Jacques Lacan, quien, como es sabido, habla de un lenguaje de fondo, autónomo y en perpetua ebullición, que Sarduy interpreta como lenguaje barroco en el límite del caos y de la desarticulación que preside a todo impulso lingüístico.
La herencia de la cultura occidental y sus patrones, impone en Sarduy una reinterpretación del ser latinoamericano desde ciertas imágenes (de la cultura pop y del kitsch), en busca de un “modo de ser” cuya base alienada los impulsa al pastiche, al travestismo (genérico o sexual) y a la esquizofrenia, vista como “quiebra de la relación entre significantes”. Con todo, lo peculiar consiste en el inevitable estudio de identidad del ser latinoamericano que entrañan las obras de Sarduy.
Es decir que el Barroco –el neobarroco, en propiedad- puede explicar la sintomatología de un malestar en la cultura moderna con su desempeño racional, la cual provoca desde el rechazo de las totalidades y totalizaciones hasta la obsesión epistemológica por los fragmentos y fracturas.
Con todo, Sarduy considera –al mismo tiempo que revisa exhaustivamente- las marcas textuales que caracterizan al Barroco y que se organizan a partir de la noción de “artificialización” (la que comprende tres mecanismos o vías de desarrollo: la sustitución, la proliferación y la condensación de significantes). La otra marca de origen del Barroco, es la parodia, que Sarduy invoca a partir de las teorías de Bajtín, trasladando al fundamento de ese género, la carnavalización, al centro de la productividad textual Latinoamérica
El neobarroco escapa al canon estético de la modernidad, por razones que Sarduy teje en filigrana en su ensayo, especialmente cuando explica cómo la artificialización y la parodia “exponen” los códigos de lo moderno, para vaciarlos y revelarlos como artefacto que aspira a producir el sentido. “De esta manera, entiende que el “puro simulacro formal” que las citas neobarrocas promueven, exaltan su propia facticidad para poner al descubierto el “fracaso”, el “engaño”, la “convención” de los códigos (de la pintura, de la literatura) parodiados” (7)

Sarduy redescubre que el poder fulminante de la desconstrucción barroca puede lograr la corrosión del sentido por la misma superficialidad lúdrica de sus gestos mímicos.
Se trata de insistir en la “obliteración”, “ausencia”, “abolición”, “elipsis”, “expulsión” e incluso “exilio” del significante inicial de un referente en el proceso de metaforización barroca. Los objetos, el mundo, el universo referencial se vuelve como espectralizado por esa forma de figuración, ya sea por la sustitución, proliferación o condensación de la identidad del objeto representado. Ahora bien, ese desvanecimiento del objeto, esa ruptura con el nivel denotativo directo y “natural” del lenguaje –“lugar mismo de la perversión de toda metáfora” (8)
A pesar de su potencialidad para producir cambios en la literatura, el cuerpo es también, en la obra de Sarduy, un ente enfermo, abusado, herido y seccionado en fragmentos, sometido al dolor y, finalmente, susceptible a la muerte. Como señalan Leonor y Justo Ulloa, “desde Cobra, pero especialmente a partir de la publicación de Colibrí, el cuerpo se convierte más persistentemente en objeto de análisis y de profundas cavilaciones en torno a su mortalidad. De objeto de placer y juego pasa a ser objeto de preocupación y observación cuasi-científica”(9). Paralelo al notorio y persistente acoso de que es objeto Colibrí –especificado en las constantes persecuciones del protagonista por homosexuales-, abundan los signos que determinan la descomposición del paisaje, la putrefacción parsimoniosa de la naturaleza y del cuerpo de los personajes. Del paisaje, en que como en una piel se han inscrito variados signos de deterioro a través del tiempo, Sarduy va cambiando el enfoque hacia el cuerpo enfermo. Los síntomas del SIDA se esparcen sigilosamente por el texto y hacen referencia a un mal que no se anuncia explícitamente, pero que evidentemente aterroriza a los personajes. De significante a significante se construye el sentido del peligro que acecha, y el lenguaje codifica el terror que causa la presencia del mal, el peligro de la contaminación.

Y la conclusión interminable y enrevesada de este ensayo puede ser una suerte de génesis "barroquiano" que podría comenzar de este modo: En el principio existió Góngora, y Góngora engendró a Darío, y Darío engendró a Martí, y Martí engendró a Lezama Lima, y Lezama engendró a SEVERO SARDUY y SARDUY a……


Citas:

1. Sarduy, Severo. Rupturas de la tradición. Cap II: Lo barroco y lo neobarroco. Pág. 169.
2. Severo Sarduy. Nueva inestabilidad. Pág. 79
3. Sánchez Robayna, Andrés, La victoria de la representación. Lectura de Severo Sarduy (vol. 115), ediciones. Pág. 43.

4. Lezama Lima, José. Imagen y posibilidad. Editorial letras Cubanas, La Habana, 1992.Pág. 71.
5. Sarduy, Severo. Barroco. Editorial Suramericana, Buenos Aires, 1974
6. Severo Sarduy. Nueva inestabilidad. Pág177
7. Sarduy, Severo. Barroco. Editorial Suramericana, Buenos Aires, 1974. Pág. 177.
8. Sarduy, Severo. Rupturas de la tradición. Cáp. II: Lo barroco y lo neobarroco. Pág.182.
9. Ulloa, Leonor y Ulloa, Justo (1999) “La obsesión del cuerpo en la obra de Severo Sarduy”, en Severo Sarduy. Obra completa. Tomo II. Bueno Aires: Sudamericana, pp. 1626-1643.



Bibliografía


• Sarduy, Severo. Rupturas de la tradición. Cap II: Lo barroco y lo neobarroco.

• Severo Sarduy. Nueva inestabilidad

• Sánchez Robayna, Andrés, La victoria de la representación. Lectura de Severo Sarduy (vol. 115), ediciones

• Lezama Lima, José. Imagen y posibilidad. Editorial letras Cubanas, La Habana, 1992.Pág. 71.
• Sarduy, Severo. Barroco. Editorial Suramericana, Buenos Aires, 1974

• Ulloa, Leonor y Ulloa, Justo (1999) “La obsesión del cuerpo en la obra de Severo Sarduy”, en Severo Sarduy. Obra completa. Tomo II. Bueno Aires: sudamericana.


Carolina Churruca Muñoz.
Estudiante de Bellas Artes Universidad Arcis.
Santiago de Chile.

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