sábado, 24 de octubre de 2015

El sentido poético y el gesto neobarroco de Roger Santibáñez - Adam J. Shellhorse


La forma y el contenido brindan una pobre aproximación a la poesía. El problema del poeta es un asunto del lenguaje y de la sensación. Y así, el singular gusto de situar a Roger Santiváñez en la poética neobarroca, nos lleva a una pregunta necesaria: ¿qué motiva la continua relevancia del neobarroco en la poesía latinoamericana actual?
El barroco y el neobarroco latinoamericano han sido definidos de diversas maneras. Para Alejo Carpentier, el barroco es lo que mejor define la existencia de Latinoamérica. La literatura se convierte en un lente interpretativo capaz de medir la mezcla híbrida de las culturas en Latinoamérica. Descriptivo y ontológico, el barroco es lo que transcultura. Para John Beverley, lo barroco articula algo que sería “el estilo esencial-fundacional de la identidad latinoamericana”.
Por otro lado, el barroco y el neobarroco han sido conceptualizados como antifundacionales; en contra de la dialéctica que da base al barroco hispánico como discurso de transculturación. Hoy en día, los pensadores a menudo resaltan el carácter operativo del barroco. El Barroco de Severo Sarduy (1974) establece una apuesta importante: en contra de la opinión que entiende al barroco como una estilística de lo ornamental ―escapista, exquisita y oscura― ser barroco, para Sarduy en 1974, por el contrario, “hoy tiene una función más precisa… significa amenazar y parodiar la economía burguesa”.
De acuerdo a Sarduy, el lenguaje barroco articula una poética del placer, lo lúdico y lo erótico que perfora un agujero a través de la atmósfera de la comunicación del sentido común, la lógica conclusión del consumo, la cosificación y la reproducción propia de una sociedad administrada que destruye el imaginario. El barroco es perverso en su sinsentido, en su rechazo al discurso fundacional y apropiativo. “Metamorfiza al orden establecido”, escribe Sarduy, “Barroco de Revolución: su sentido no precede la producción; es su producto emergente: es el sentido del significante”.
Para Roland Barthes, mentor de Sarduy, en un prefacio a la novela De dónde son los cantantes (1980) de Sarduy, la lección que debe ser aprendida de la poética barroca de Sarduy es el recordatorio de que existe un placer del lenguaje, uno que revela “la faz barroca del idioma…sugiriéndonos así que la escritura puede hacer todo lo que desee con una lengua y en primer lugar, devolverle su libertad”.
Esto me lleva a lo que Haroldo de Campos acertadamente describió, en 2002, como un giro del transbarroco en la poesía latinoamericana, protagonizado por poetas como José Kozer, Claudio Daniel y el poeta en cuestión ahora, Roger Santiváñez. De Campos subraya las siguientes antologías: Medusario/muestra de poesía latinoamericana (1996), organizada por José Kozer; Jardim de camaleões—A poesia neobarroca na América Latina (2002), editada por Claudio Daniel y Transplatinos (1990), editada por Roberto Echavarren.
¿Qué haremos con el giro del transbarroco en la poesía latinoamericana actual? En numerosas declaraciones en entrevistas, Roger Santiváñez ha descrito este punto de inflexión como una crítica en contra de la tendencia perenne de la poesía conversacional, dominante en la poesía de Hispanoamérica comenzando con los antipoemas de Nicanor Parra y el Exteriorismo de Ernesto Cardenal en la década de 1950. Santiváñez por sí mismo, en 40 años de poesía, reclamó una vez la poesía conversacional como suya: “Cuando tenía 20 años y andaba obsesionado con la Revolución… mi poesía refleja esta situación. Ahora que vivo en el apacible town al borde de un río solitario… fui descubriendo la naturaleza viva”. Y no obstante, como un poeta del lenguaje, nos equivocaríamos al ver sus poemas como pasivos y antirrevolucionarios: “Pero primero poesía. La búsqueda de un lenguaje que se autoiluminara, rompiendo con el coloquialismo referencial. Con Cor Cordium, Lauderdale y finalmente Eucaristía me llevaron a una nueva concepción de la poesía en la cual ya no me interesó expresar lo que podríamos llamar ideas, sino simplemente hacer música con la materia verbalis”.
Hacer música con la materialidad verbal, es forjar una visión que desafía la codificación ideológica establecida de la vida social. El poema para Santiváñez: “crea otro mundo—autónomo—ajeno a la realidad real. Su dicción, su belleza, su distinta perspectiva (su mirada) sobre el mundo… están cambiando el normal y/o convencional desarrollo de los acontecimientos. Un poema de Góngora o uno de Kozer son revolucionarios no por lo que te dicen, sino por la forma en que lo hacen”.
Para Gilles Deleuze, en su libro Le Pli: Le Baroque et Leibniz (1988), todos somos barrocos en la medida en que somos capaces de concebir la obra infinita   o el  proceso de extender las formas, arte, poesía y pensamiento “fuera de [sus] límites históricos”. Según Deleuze el barroco, como un procedimiento de desarrollo sin fin que sobrepasa el cuerpo finito, nunca se detiene dividiéndose a sí mismo y nunca cesa de hacer su materia expresiva. El objeto de representación, del llamado contenido, se convierte en un evento de construcción del sentido. Si el barroco está habitualmente asociado con la modernidad, para Deleuze, esto es así porque el barroco, como para Sarduy en 1974, está vinculado a la crisis de pertenencia, “una crisis que aparece a la vez con el crecimiento de nuevas máquinas en el campo social y el descubrimiento de nuevos seres vivientes en el organismo”. Si nos hemos perdido en el capitalismo tardío que Deleuze llama “el juego de la Plenitud”, el barroco se convierte en un procedimiento que contrarresta la crisis desencadenada por las nuevas máquinas en el campo social, con una trayectoria en constante desarrollo de las formas poéticas que se alejan de un centro unívoco, incluyendo la identidad nacional.
Para Santiváñez la poética siempre implica la cuestión de la vida en el mundo: “Claro que el punto central es aquel predisponerse para la poesía y eso implica una disciplina vital por la que uno debe estar en poesía. Esto significa permanentemente mirar el mundo, la vida y las cosas poéticamente… La gran enseñanza es el estado perpetuo de creación en que hay que morar”.
El problema de la emoción y de la musicalidad, como veremos más adelante, es central: “dentro de aquella melodía sacar tu alma (tus decires) acoplándose uno a uno suavemente —versos enhebrados— como dos cuerpos haciendo el amor”.
De la expresividad latinoamericana y su “naturaleza gnóstica”, José Lezama Lima ha dicho: “Sólo lo difícil es estimulante; sólo la resistencia que nos reta, es capaz de enarcar, suscitar y mantener nuestra potencia de conocimiento”. La poesía neobarroca de Roger Santiváñez es una poesía de la salud enraizada en la dificultad de la composición, como “la gran concha curva” epígrafe del Canto XVII de Ezra Pound que inicia su trance como Roberts Pools Crepúsculos (2010), en el que percibimos las fuerzas vitales de la palabra poética desarrollada en mundos crepusculares de éxtasis contemplativo y esfuerzo compositivo.
Cuando leemos la sensación del pulsante cielo arremolinado del verano en el río durante el crepúsculo “& el destello del brío del río” o somos testigos de la auténtica alegría de percibir el mundo natural desplegarse en un poema escribiéndose a sí mismo en la pura inmanencia: “Los arbustos son perfectos danzan… despedida que es mi canto fúnebre”, aprendemos una lección de lo que Santiváñez llama “delicia mental” en su Roberts Pools Crepúsculos que depende de la monumentalidad e, incluso, de la incandescencia a la que el arte aspira:

“Ese resonar no cesa never ever se ex
Tiende en el tiempo que me resta para re-
Vivir su son aquí en la página que escribo”


Trabajos citados
Carpentier, Alejo. “Lo barroco y lo real maravilloso.” Alejo Carpentier: La novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo y otros ensayos. Madrid: Siglo XXI Editores, 1981. 111-135.
Deleuze, Gilles. The Fold: Leibniz and the Baroque. 7th ed. Trans. Tom Conley. Minneapolis: University of Minnesota Press, 2007.
Lezama Lima. José. La expresión americana. Santiago: Editorial Universitaria, 1969.
Sarduy, Severo. Barroco. Editorial Sudamericana, 1974.
Santiváñez, Roger. “Roger Santiváñez, cuestionario y poemas.” Blog Ibero-americana.net. Date accessed 25 November 2012: <>